lunes, agosto 27, 2018

Relatos de la Ascendencia - Orfa

Muchos mundos habitados eran un mosaico de paisajes, desde heladas tundras hasta ardientes desiertos, pasando por bosques caducos, selvas, prados, litorales y volcanes. Este no era una excepción, y los Orfa, la especie dominante, podía estar en cualquiera de estos escenarios sin problemas. Tenían todo un mundo para ellos solos en el que comer, reproducirse y vaguear a su gusto.  
Este grupo particular de Orfa adoraba pasar todo el tiempo que pudieran en las inmediaciones de un volcán extremadamente activo. No pasaba día sin que estallara en una tormenta de piedra fundida, algo que los Orfa disfrutaban. Muchos se revolcaban en la lava, sus cuerpos totalmente inmunes a las altas temperaturas, sin una sola quemadura. La resistencia que presentaban su piel y sus órganos les permitía vivir en las condiciones más extremas, y aquellos en concreto se levantaban, más relajados, tras su chapuzón en la lava. Un Orfa, además, podía sobrevivir con unos pocos minerales, lo suficiente para mantener sus resistentes cuerpos en pie, si bien las buenas costumbres eran difíciles de dejar: la buena hierba seguía siendo su comida favorita.  
Y, además, lo que todo Orfa adulto debía hacer, sin excepción, para seguir adelante con su vida era pasar por los Rituales de Reproducción. La especie había evolucionado no solamente para resistir las mejores y peores condiciones ambientales, sino también para la procreación. Una especie con diecisiete sexos y una tradición que obligaba a tener, por lo menos, descendencia con todos ellos. Se convertía, pues, en una odisea, porque ningún Orfa quería convertirse en la vergüenza de sus congéneres.  
Eso era al principio. Los Orfa, en general, desarrollaban toda clase de estrategias para el apareamiento, convirtiéndose en seres muy perceptivos e inteligentes. Con el paso del tiempo, esto les había servido para ser algo más que simples animales que se alimentaban de pastos, y construían comunidades complejas en las que seguir extendiéndose, tras generaciones de evolución y supervivencia.  
Y ocurrió que ningún Orfa volvería a temer quedarse sin pareja: los Rituales de Reproducción siempre eran satisfactorios. Solo que aquello conllevaba un nuevo problema: la sobrepoblación. Los Rituales de Reproducción se habían descontrolado, y al no tener enemigos naturales debido a sus inexpugnables cuerpos, combinado con su habilidad para prosperar donde fuera, nada se podía hacer para que la población Orfa se regulara.  
Y podían vivir en cualquier ambiente, pero los recursos no eran infinitos. Podían sobrevivir con poco de comer, y hasta lo poco podía agotarse. Y ¿cómo podían seguir con los Rituales de Reproducción si aquello implicaba la lenta agonía de su planeta y toda su especie? Su mundo se les estaba quedando pequeño.  
 
El grupo de los Orfa del volcán, entre retozo y retozo, tenía una misión: eran los elegidos para implementar El Plan. Tenían poca idea de cómo lo lograrían, pero el objetivo era claro: buscar nuevas tierras para que la expansión de su especie no encontrara ningún obstáculo.  
La primera fase del Plan consistía en la construcción de vehículos que pudieran escapar de la gravedad planetaria, y huir hacia los puntos de luz en el firmamento. Unos pocos Orfa dedicados a la investigación habían logrado comprobar la teoría de que, en esos puntos, llamados estrellas, había otros que los orbitaban, y que debían ser otros mundos, como el suyo. Esas debían ser las nuevas tierras que necesitaban.  
La zona volcánica de esta comunidad se había convertido en una fuente de energía vital para la consecución del Plan. Si aquellas naves que deseaban construir para llegar a las estrellas debían salir y hallar nuevos mundos, había que controlar la energía suficiente para lanzarse al espacio. Estudiar el poder de los volcanes, controlar su energía o incluso replicar su potencia les ayudaría a obtener los motores necesarios para su expansión.  
El futuro de los Orfa, pues, parecía estar asegurado. Pero ¿qué encontrarían en su periplo estelar, aparte de nuevos mundos y ambientes? Ellos no lo sabían, pero aun así debían estar vigilantes. Entre los estudiosos, se decía que debían existir otros seres como ellos, inteligentes, pero no por ello amistosos. Los Orfa no habían tenido enemigos en su mundo, si no fuese por la tradición oral de antaño ni sabrían el significado de esa palabra. ¿Cómo reaccionarían al encontrar fuerzas hostiles más allá de su hogar?  
Habían sobrevivido a todo, podrían lograrlo, se decían. Y esta no sería una excepción. Podían ser de naturaleza perezosa, pero no eran estúpidos. Sabrían qué hacer para que su expansión por el Cosmos fuese imparable.  

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