lunes, agosto 06, 2018

Relatos de la Ascendencia - Frutmaka

Graveesha…  
El Gran Templo de Graveesha era una estructura gigantesca, un pilar hueco, recorrido por innumerables galerías y salas, hecho de pura obsidiana. Se alzaba decenas de metros sobre lo que antiguamente era un yermo, pero que, con el tiempo, se convirtió en el centro de la vida de los Frutmaka. Las pequeñas comunidades de los Frutmaka se habían agrupado durante generaciones alrededor del templo, pues la creencia decía que fue aquí, en este mismo lugar, donde su especie mostró por primera vez su poder al resto de habitantes de este mundo. Este era el lugar donde fueron los Frutmaka fueron tocados por la gracia de Graveesha.  
Graveesha…  
La vida de la especie Frutmaka había estado enteramente dedicada a la gloria de su dios. Su fascinación por Graveesha había empezado antes incluso de convertirse en los amos y señores de este planeta. La singularidad del enorme agujero negro que absorbía la luz y la energía de su estrella hermana era una visión que llenaba a estos seres casi inmóviles con una devoción sin igual. Veían en Graveesha, en el gran agujero negro devorador, el poder de la quietud y, a la vez, y de forma contradictoria, el poder de manipular lo que hubiera a su alrededor.  
Graveesha…  
Poco sabían que sus mentes habían ido desarrollándose mucho más allá de lo que otras especies podían alcanzar, pero sus cuerpos fungosos no podían igualar aquella evolución. Eran presas fáciles, perfectamente conscientes de lo que era morir a manos de sus depredadores, y que otros experimentaran su dolor por el vínculo que unía sus mentes. Hasta que, un día, algo despertó en ellos. Algo que les dio la ventaja que anhelaban.  
Graveesha…  
Nadie recordaba quién fue el primer Frutmaka que usó la telekinesia para defenderse, pero fue aquella chispa en aquella primera mente la que hizo que recorriera el resto de su especie. Todos tenían ese poder y, conscientes de ellos, lo usarían en nombre de aquel dios que los observaba y rugía en la quietud del espacio.  
Graveesha…  
Los Frutmaka agradecieron a su dios aquel don que los ponía por encima de sus enemigos: no tenían duda alguna de que Graveesha les había concedido ese poder para medrar e imponer su fe. Durante siglos, los Frutmaka se enfrentaron a todos aquellos que estuvieran en contra de su credo y de sus habilidades. Los considerados infieles quedaban al borde de la extinción, si es que no desaparecían por completo.  
Graveesha…  
Había una especie que compartía ancestros con los Frutmaka. A diferencia de sus hermanos, los Swaparamans habían dado la espalda a Graveesha, habían rechazado su don; para los Frutmaka, ellos eran la expresión más perversa de la herejía. La desesperación hizo que los Swaparamans dieran un salto tecnológico y evolutivo que les permitiera huir del planeta. Pero la ira y el fanatismo de los Frutmaka no conocían límites, e incluso sus poderes llegaban más allá de la atmósfera. Muchas naves Swaparamans fueron empujadas hacia el agujero negro que los Frutmaka adoraban. Se habían convertido en un sacrificio digno de su dios.  
Graveesha…  
El Gran Prelado de Graveesha salió de su meditación, de su conexión con los miles de mentes de otros tantos devotos, de su comunión con la gran divinidad que siempre observaba a su pueblo. El recuerdo de los herejes que ya no existían era parte de su ritual para reforzar su vínculo con Graveesha, el recordatorio de por qué estaban allí, de cómo habían ascendido. Y no solo así sentía el rugir del gran agujero negro, sino también el de todos los fieles que, en su avance glaciar, se habían reunido alrededor del Gran Templo.  
Graveesha…  
Afuera, la concentración de Frutmaka esperaba las bendiciones diarias del Alto Prelado. Podía percibir que estaban inquietos porque el líder espiritual aún no había salido; no era habitual y no estaban acostumbrados. El Alto Prelado mismo estaba sorprendido al ver que había tardado en salir de su meditación. Había un propósito, estaba seguro, era obra de Graveesha. En su trance, había algún mensaje que debía transmitir a sus congéneres.  
Graveesha…  
Con apenas esfuerzo, la plataforma gravitatoria sobre la que se encontraba el Alto Prelado empezó a levitar. La mente del líder espiritual había llegado a tal expansión que mover aquel pequeño trozo de metal era un instinto que no requería atención. Se deslizó en el aire, hacia la abertura que había en el pilar del Gran Templo. Y mientras avanzaba, unas telas oscuras flotaban en su dirección, colocándose cuidadosamente sobre su fungoso cuerpo.  
Graveesha…  
Al fin, el Alto Prelado salió al balcón. Todos los Frutmaka se habían girado lentamente y a la vez para observar a su líder. El Alto Prelado pasó entonces a bendecir a todos los Frutmaka presentes en el nombre de Graveesha. Una vez las bendiciones fueron dadas, el Alto Prelado llamó a los demás Frutmaka a escucharle, sabiendo que, finalmente, había visto lo que su dios quería decirles. Su voz resonó en todas sus mentes, y de ahí, como si fueran repetidores, al resto de Frutmaka que habitaban el planeta.  

«Graveesha…  
Loado sea, pues me ha hablado en mi trance. Me ha mostrado imágenes de nuestro pasado, de nuestro alzamiento, de nuestra gloria. No penséis que eran simple recuerdos, pues Graveesha tiene siempre un propósito más elevado. Y nosotros somos los únicos dignos de interpretarlo y revelarlo.  
Graveesha…  
Me ha mostrado un nuevo camino. Había permanecido oculto a nosotros, porque hasta ahora no estábamos preparados. Nuestro Dios está orgulloso de que nuestro mundo conozca ya el verdadero significado de la Iluminación. Pero el nuestro no es el único de los mundos de este Universo, y Él lo sabe.  
Graveesha…  
Hermanos, nuestro Dios está orgulloso de nosotros. Hemos superado la prueba de nuestra devoción y fe. Y por eso se nos es revelado este nuevo camino… El camino de las estrellas.  
Graveesha…  
Los mundos que hay más allá del nuestro están habitados por seres que desconocen el verdadero camino. Seres que se resisten a ver la luz de la perfecta quietud, de la Verdad Absoluta. Nuestro es el propósito que Él nos encomienda: llegar hasta las regiones profundas y mostrarles la Verdad... o hacerles ver el error de su herejía.  
Graveesha…  
Me ha mostrado que nuestros hermanos impíos siguen sin castigo. Muchos Swaparamans fueron sacrificados, pero otros huyeron. Su castigo debe cumplirse, y nuestros Dios no tolera que vaguen por el espacio, impunes.  
Graveesha…  
Quiere que tomemos este nuevo camino para hacer su voluntad. El suelo que nos dio nuestros hogares y que nos permitió alzar este gran homenaje a nuestro Dios será también el suelo que nos permitirá crear las grandes naves que llevarán a nuestros misioneros hasta los confines del Cosmos. Es necesario, pues, que comencemos este camino estelar, que nuestros conocimientos se expandan aún más.  
Graveesha…  
No es desconocedor de los infieles. Como os he dicho, llevaremos la Verdad, pero habrá quien se resista. Tened cuidado con los herejes. Procurad que jamás descubran nuestro hogar, pues el Gran Templo de Graveesha no está hecho para aquellos que no caminen en la luz. Nunca debe ser profanado.  
Loado sea Graveesha.»  

No pasaría mucho tiempo tras este discurso hasta que la primera nave Frutmaka abandonara su mundo en busca de otros que conquistar con la fuerza de la fe, pues así era la voluntad de Graveesha.  

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